jueves, 25 de marzo de 2010

El Dolor Cronico

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El verdadero estudiante de la Vida....

15 de noviembre de 2007

El verdadero estudiante de la Vida,empieza estudiándose a sí mismo.

La Luz verdadera alumbra o ciega,según la actitud del estudiante.

El Verdadero soldado de la Luz,batalla Amando al Enemigo.

La verdadera protección radica en el control del miedo interior.

El verdadero Maestro....enseña con el ejemplo.

El verdadero Mensajero es aquél,que solo transmite el mensaje.

La Fe verdadera,se sustenta en el conocimiento.

La Sagrada Doctrina,se torna aún más Sagrada,si se es consecuente con ella.

El verdadero Templo es aquel que se Construye con base en Sentimientos. ...Pensamientos y Actitudes.

El verdadero Místico es aquel que pone en práctica los Principios del Cielo....
por Amor al Prójimo......... Enviado por Alejandra Vallina

Extracto del Libro "La revolución de la conciencia", de Isha, editorial Kier.

15 de noviembre de 2007
Este es el malentendido de la iluminación. La gente piensa que para alcanzar la conciencia humana completa tiene que renunciar, abandonar, perder. Es por eso que hay tanto miedo asociado a ello.
Pero esa no es la verdad. La iluminación te da abundancia y realización y riquezas mas allá de lo que jamás podrías imaginar. Pero para iluminarte, primero tienes que poder ver el apego a lo que es ilusorio, y ver que esas cosas, si bien se pueden disfrutar, no tienen un valor permanente. No brindan satisfacción permanente.
Entonces, las únicas cosas que tenemos que dejar ir son los apegos y las adicciones. Lo único que tenemos que soltar es el tratar de encontrar la realización dentro de la ilusión.
Así es que no tienes que renunciar ni tienes que abandonar, sólo tienes que ver a través y encontrar la verdad. Ver el verdadero valor de las cosas, y encontrar aquello que nunca cambia. Y anclarte ahí.
La religión nos ha impuesto la creencia falsa de que para santificarnos tenemos que dar a otros. Tenemos que abandonarnos a nosotros mismos en la causa de servir a los otros. Pero cuando damos desde ese espacio lo único que alimentamos es el resentimiento, porque el abandono alimenta el resentimiento.
Para dar en el afuera incondicionalmente - para poder dar servicio incondicionalmente - tenemos primero que darnos ese regalo a nosotros mismos.
La gente siempre me hace reír. Dicen, “Oh, no tengo tiempo para practicar, tengo que llevar a mi hijo al cine”, o “no tengo tiempo de practicar porque tengo que llevar a Ana Maria a la clase de baile”, o “no puedo practicar por mi trabajo”…, o “porque mi madre me necesita, porque…..porque…..porque…”. Pero la verdad es que el único regalo verdadero que le podemos dar a nuestros hijos - o a la humanidad en general - es el amor incondicional a uno mismo.
Porque el amor incondicional a uno mismo les permite a todos alcanzar la libertad total.
Y ese es el regalo más grande que les puedo dar a todos: permitirles tener su propia experiencia. Permitirles tener su propia y completa expresión de humanidad. Permitirles disfrutar de la montaña rusa de la vida en todas sus dualidades y diversidades.
Tener la sabiduría de saber quien yo soy, les brinda a ellos la oportunidad de encontrarse a si mismos.
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Alcanza tu misión


ALCANZA TU MISIÓN

Dios te ha creado para que
lleves a cabo una
misión…
Durante el tiempo que estés en
la tierra cumplirás tu
misión,
desarrollarás los talentos y El
a su debido tiempo te llamará
a
su presencia, no antes ni
después… Por eso…
Sé firme en tus actitudes
y
perseverante en tu ideal.
Pero sé paciente, no
pretendiendo que todo
te
llegue de inmediato.
Haz tiempo para todo, y todo
lo que es tuyo,
vendrá a tus
manos en el momento
oportuno.
Aprende a esperar el
momento
exacto, para recibir los
beneficios que reclamas.
Espera con
paciencia, a que
maduren los frutos, para poder
apreciar debidamente
su
dulzura.
No seas esclavo del pasado
y los recuerdos tristes.
No
revuelvas una herida que
está cicatrizada.
No rememores dolores
y
sufrimientos de ayer .
¡Lo que pasó, pasó!
De ahora en adelante,
procura
construir una vida nueva,
dirigida hacia lo alto y camina
hacia
delante, sin mirar
hacia atrás.
Haz como el sol que nace
cada día, sin
acordarse de la
noche que pasó.
Sólo contempla la meta y no
veas que
tan difícil es
alcanzarla.
No te detengas en lo malo
que has hecho;
camina
pensando en el bien que
puedes hacer.
No te culpes por lo que
hiciste,
más bien decídete
a cambiar.
No trates que otros
cambien;
sé tú el responsable de tu
propia vida y trata de
cambiar
tú.
Deja que el amor te toque y
no te defiendas de él.
Vive cada día,
aprovecha el
pasado para bien y deja que
el futuro llegue a
su
tiempo.
No sufras por lo que viene,
recuerda que “cada día
tiene
su propio afán”.
Busca a alguien con quien
compartir tus luchas
hacia la
libertad; una persona que te
entienda, te apoye y te
acompañe
en ella.
Si tu felicidad y tu vida
dependen de otra
persona,
despréndete de ella y ámala,
sin pedirle nada
a
cambio.
Aprende a mirarte con amor
y respeto, piensa en ti como
en algo
precioso.
Desparrama en todas partes
la alegría que hay dentro de
ti.
Que tu alegría sea contagiosa
y viva para expulsar la tristeza
de
todos los que
te rodean.
La alegría es un rayo de luz
que debe
permanecer siempre
encendido, iluminando todos
nuestros actos y sirviendo
de
guía a todos los que se
acercan a nosotros.
Si en tu interior hay
luz y
dejas abiertas las ventanas de
tu alma, por medio de la
alegría,
todos los que pasan por la calle
en tinieblas, serán
iluminados
por tu luz.
Trabajo es sinónimo de nobleza.
No desprecies el
trabajo que
te toca realizar en la vida.
El trabajo ennoblece a
aquellos
que lo realizan con entusiasmo
y amor.
No existen trabajos
humildes.
Sólo se distinguen por ser bien
o mal realizados.
Da valor a
tu trabajo,
cumpliéndolo con amor y cariño
y así te valorarás a
ti
mismo.
Dios nos ha creado
para realizar un sueño.
Vivamos por
él,
intentemos alcanzarlo.
Pongamos la vida en ello y
si nos damos
cuenta que no
podemos, quizás entonces
necesitemos hacer un alto en
el
camino y experimentar un
cambio radical en nuestras
vidas.
El éxito en
la vida no se mide
por lo que has logrado, sino
por los obstáculos que
has
tenido que enfrentar en
el camino.
Tú y sólo tú escoges la
manera
en que vas a afectar el corazón
de otros y esas decisiones
son
de lo que se trata
la vida.


http://www.angelesamor.org/poesia/alcanza-tu-mision.html

El Humano Divino

UN HUMANO DIVINO…
Por Reniyah Wolf


UN HUMANO DIVINO…
No necesita buscar una conexión con Dios-Espíritu, es completamente consciente de que uno Es Espíritu y de que todas las experiencias de la vida, individuales y colectivas, son expresiones espirituales; No se siente separado de ninguna parte de la Creación, se siente íntimamente conectado con el Todo.

UN HUMANO DIVINO…
No teme al cambio, individual o colectivo; Sabe que toda experiencia, es una experiencia de crecimiento y una oportunidad de recrear la propia Divina Presencia en forma humana; Conoce la naturaleza de la ilusión en la que vivimos, y la utiliza para elevar la experiencia personal y para servir a la humanidad.

UN HUMANO DIVINO…
No tiene sentimientos de baja auto-estima; Sabe que ninguna parte de Todo-Lo-Que-Es, vale menos que cualquier otra parte; No se compara con otros en ninguna forma, en privado o públicamente, y no se siente menos o superior a otros. No envidia ni siente lástima por ninguna otra persona.

UN HUMANO DIVINO…
Honra sus necesidades y deseos por encima de aquellos de los demás; sabe que uno no puede servir a otros desde la co-dependencia o el victimismo, y que no puede amar a otros, sin amarse primero a sí mismo. UN HUMANO DIVINO…
Sabe profundamente que nadie ni nada fuera de uno mismo, tiene La Verdad, y que la única Verdad se encuentra dentro de uno mismo; No necesita saber, porque tiene acceso a todo lo que necesita siempre, a través de la más alta intuición.

UN HUMANO DIVINO…
No puede ser falso consigo mismo; No compromete su propia realidad y puntos de vista, a favor de los demás. Vive su encarnación sobre la base de Yo Elijo, en vez de Yo tengo miedo de… Las acciones son coherentes con las palabras. No dice una cosa y hace otra; No tiene sentimientos de vergüenza.

UN HUMANO DIVINO…
No puede ser falso con los demás; No desea aparentar, manipular o controlar personas o situaciones, tener secretos, acumular, ser codicioso o deshonesto, ni en el más mínimo detalle; Vive en la más alta integridad en todo momento; Tiene la sabiduría para saber cuando hablar y cuando callar, cuando actuar y cuando dejar de hacer, pero no alterará la expresión de la verdad interior por favorecer a los demás; Sabe que, lo que beneficia a uno debe beneficiar al Todo, para que el Orden Divino se mantenga. Da y recibe fluyendo en constante equilibrio.

UN HUMANO DIVINO…
Confía en sí mismo y, consecuentemente, confía en los demás; Sabe que no hay errores ni fracasos, sólo elecciones; Está en armonía con la consciencia superior, la cual está orquestando el Flujo Divino de nuestra experiencia humana y nuestra evolución; No tiene sentimientos de culpa, ni duda de sí mismo; Las críticas de otros no le afectan.

UN HUMANO DIVINO…
No desea probar que tiene razón, ni el error de los demás; Sabe que todos los puntos de vista son válidos por igual y conoce el inherente derecho al libre albedrío. Establece y reafirma sus fronteras, basado en la elección más que en el miedo. No discute ni se involucra en luchas de poder.

UN HUMANO DIVINO…
No critica ni juzga a otros, directa o indirectamente; No le importa escuchar críticas ni chismes. No se queja. No trata de provocar dramas ni conflictos contra otros; Sabe plenamente, que la necesidad de criticar y quejarse viene del miedo; Concede a los demás su derecho a ser cómo son. No confunde las acciones de los demás, con el Ser que todos son. Sabe que todos los seres son Divinos e iguales.

UN HUMANO DIVINO…
Actúa en el Ahora; La conciencia encarnada no está en el pasado ni en el futuro, sino sólo en el ahora, y en la experiencia elegida de ese momento; No se preocupa ni se arrepiente.

UN HUMANO DIVINO…
Es plenamente capaz de experimentar toda la gama de emociones humanas, pero puede elegir cuáles emociones quiere sentir, en cualquier experiencia que se presente. No experimenta la fortuita e incontrolada respuesta emocional de la mayoría de los humanos.

UN HUMANO DIVINO…
Toma las decisiones de la vida y hace elecciones basadas en la alta intuición, más que en el pensamiento lógico y lineal o en los instintos de supervivencia del cuerpo emocional, basados en el miedo; Sabe que la más alta intuición opera en Flujo Divino y que no está sujeta a la inconsistencia del cuerpo emocional o mental; No necesita más razones que aquella de Yo Elijo. Conoce el verdadero significado del Amor, y es incapaz de amar alguna parte de la creación, más o menos que a otra. No necesita ningún tipo específico de relación con otros humanos, animales, etc.; Elige relaciones con otros que eleven la experiencia de vida, y suelta aquellas que no; Sabe que no es posible herir a otro, a menos que el otro, en algún nivel, haya elegido esa experiencia; Sabe que no es posible resultar lastimado, a menos que uno haya también elegido esa experiencia.

UN HUMANO DIVINO…
No le teme a ninguna parte de la creación; No experimenta preocupación ni aprensión. No se siente amenazado por los pensamientos-palabras-acciones de cualquier otro cuerpo individual o colectivo, pero está alerta y consciente de su entorno inmediato y de las elecciones potenciales que éste le presenta.

UN HUMANO DIVINO…
No está atado a otras personas, formas de vida, lugares o cosas; No se aflige por la separación o la muerte, porque sabe que todos estamos eternamente conectados en el Uno, y que la separación que se manifiesta en el plano terrenal, es una ilusión.

UN HUMANO DIVINO…
No experimenta los altibajos de la vida humana, porque está libre de karma, y opera en un nivel de frecuencia por encima de la dualidad; Rara vez experimenta enfermedad o heridas, porque el cuerpo está libre de la influencia de los pensamientos emocionales bajos; Puede transmutar las bajas energías de otros, sin verse afectado por ellas.

UN HUMANO DIVINO…
No juzga ni condena los eventos mundiales; Sabe que son una manifestación de la conciencia colectiva, y que la más poderosa herramienta para cambiar al mundo, es la auto-transformación; Puede elegir trabajar activamente por el cambio en el mundo, si es guiado por la más alta intuición.

UN HUMANO DIVINO…
Es capaz de actuar con verdadera compasión en todo momento, sirviendo a la humanidad y prestando la asistencia que se requiere, desde una alta conciencia del no-juicio. No tiene intereses ni motivos personales, para asistir a los demás; Elige hacerlo o no, basado en la alta intuición.

UN HUMANO DIVINO…
No tiene interés en imponerse sobre los demás, controlando las creencias o acciones de otros, o quitándoles su poder personal; No tiene nada que probar a otros.

UN HUMANO DIVINO…
Honra los límites establecidos por otros, individuales y colectivos; Respeta el libre albedrío y el espacio personal de los demás en todo momento, así como las leyes de la tierra en la que habita; Ocasionalmente, elige cruzar los límites, pero lo hace asumiendo totalmente la responsabilidad de las posibles consecuencias.

UN HUMANO DIVINO…
Se despierta cada día con un sentido de gozo y emoción por lo que se pueda manifestar; No tiene expectativas acerca de lo que puede experimentar, pero toma plena responsabilidad como co-creador; Está totalmente dispuesto a experimentar todo lo que ha co-creado para sí.

UN HUMANO DIVINO…
Es un catalizador extremadamente poderoso para la transmutación en la Tierra; Emana continuamente las más altas frecuencias de Amor, Luz y Gozo, dentro de la conciencia planetaria; Sana y transmuta las energías del miedo, sobre la Tierra y sus formas de vida, con la sola presencia de su forma humana. El Amor es..... la ausencia del miedo

Traducido por Ana Paty López y Ana Mendicuti©2003-2006, La Fundación Love and Empowerment, Todos los Derechos Reservados. El contenido de este texto, es un material protegido por los Derechos de Autor y no puede ser copiado, reproducido o redistribuido, excepto como específicamente se enfatiza en nuestros Términos de Uso http://www.loveandempowerment.com/

La Gran Invocación

La Gran Invocación
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